viernes, 10 de septiembre de 2010

Mi hora de insomnio

He vuelto a presenciar este momento del día, una hora tan extraña pero común en su mismo tiempo, irrelevante para muchos pero curiosa para mi. Es un momento del día donde tanto la oscuridad como la luz se funden y separan en sus extremos, un momento donde solo un parpadeo pareciera enmascarar y mezclar aun mas la imagen, o aquello que llamamos realidad.

Escucho el crujir de la madera al quemarse y ver una que otra ceniza encendida alzarse al cielo, para ser consumida lentamente, mientras es llevada por el viento. Cansancio y angustia intentan apoderarse de mi ser, al mismo tiempo que las lagrimas quisieran alcanzar mis ojos, pero les impido el paso. Es una sensación tan arrolladora que me es casi imposible no querer lanzarme y dejarme llevar por su oscura corriente. Tanto desearía poder dejarme ir... mas mis preceptos morales e ideales chocan contra esta turbulenta marea de emociones, se convierten en caos. Pero, al mismo tiempo que siento este caos en mi ser, también siento que no puedo mostrarme débil ante ellos. que no puedo ser débil ante mi rival de la niñez y que tampoco puedo ser débil ante alguien de su sangre, que recientemente es conocido por mi. Llamarlo orgullo y terquedad, posiblemente estupidez o instinto de supervivencia, por no darle a otros la oportunidad de tener ventaja sobre mi naturaleza. Porque mientras menos me conozcan será mejor, menos armas podrían levantar en mi contra en tiempos tan inseguros.

Ellos ahora duermen mientras yo continuo montando guardia, la noche ya ha consumido al día completamente, y lo único que se alcanza a ver son las estrellas y la grieta que dejo la caída del primero. Mi corazón late con ansiedad, que impacta en mi pecho, al dirigir mi vista a esa bella monstruosidad que permanece en el espacio celestial...

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