domingo, 23 de mayo de 2010

La mímica en Acixiodos

Puedo decir que jamás entenderás el por qué seres como nosotros continúan corriendo por un aliento final. La locura desencadenada en nuestras vidas, en busca de una cordura, hace que nos preguntemos finalmente quien es el más cuerdo de nosotros. Porque quizás ya ninguno logro serlo, lo que vislumbramos es lo que deseamos visualizar bien al fondo dentro de la caverna de Platón. Tanta húmedas, tanto frio, un olor penetrante nos atormenta mientras intentamos caminar silenciosamente por estas grietas. Sabemos que se encuentra siguiéndonos, sabemos que rastrea nuestras huellas y que escucha la vibración y zumbido de nuestras voces. Viene a buscarlo para que regrese una vez más con él.

Que tormentosa esta situación, terminando dentro de un laberinto de roca antiguamente derretida, dentro de grietas que podrían explotar en cualquier momento y bañarnos con la toxicidad que se aloja bajo su piel oscura.

Solo necesitamos que el viendo nos guie, esperamos cualquier señal para poder soltarnos y dejarnos fluir hacia una de las salidas alternativas.

Se está riendo, escuchamos su voz… puedo ver como Alan se tensa y que mira dudoso hacia atrás como si aun no se decidiera a tomar una decisión. Y yo solo puedo apretar mi espada con la única mano que me queda libre, mi pistola quedo sin uso luego de haberse caído en la lucha por entrar a este lugar, si hubiera sabido que Cerian nos entregaría a nuestra suerte… viejo tonto…

-Escapas y te encuentras, te reflejas en lo oscuro, tus pensamientos te atormentan y te llevan a un diluvio. Arcos… Arcos… Arcos Arach –Se hacía escuchar el canto, hecho eco, que Argon se atrevía a mencionar.

Comenzaron a caminar más rápido, el nerviosismo a flor de piel, vistazos inseguros hacia atrás y aquella canción que su perseguir no dejaba de entonar.

-Porque yo sé una historia que tu no deseas escuchar pero es tu esencia que no te puedes negar –Continuaba maliciosamente Argon mientras arrojaba piedras de adrede hacia las paredes para que cayeran en distintas direcciones y así crear un ambiente de inseguridad que el anhelaba.