miércoles, 4 de mayo de 2011

Manifestación

-Escrito: 2008-

Última Piedra

[Presentación Final]



Los pasos desaforados de los animales de carga, que ahora llevaban a sus sedientos jinetes de violencia sin causa sobre sus espaldas, el viento y truenos como escopetazos rompían el silencio en fragmentos de paz inexistente, el barro teñía con sangre oscura todo lo que alguna vez se considero puro y digno de belleza… y en las montañas eran grabados como enormes retratos las historias de aquellas cruentas escenas. La lluvia caía sin piedad sobre sus pieles y armaduras que poco podrían asemejarse a la digna imagen de su ser de antaño.
Ellos seguían en su cacería y el perseguido en su escapatoria ¿Cuándo fue el instante donde los caminos lo guiaron al exilio?

La respiración agitada cortaba su garganta, raspaba sus cuerdas vocales y hacia un trabajo aun más doloroso el ingreso de aire necesario para permanecer en estado conciente. Horas, horas de eterna carrera, horas continuas de un juego desenfrenado que no estaba muy seguro de cómo y cuando terminaría. Sin saberlo termino siendo una de las presas para los hambrientos sabuesos de su gobernador.
Un día se había despertado, aseado y mirado por la ventana con la vaga sensación de rutina e incomodidad hormigueando todo su cuerpo, incluso la lumbre del fuego se contraía sobre si misma haciéndose mas pequeña –un vaticinio que no pude prever-.

Y las flechas se lanzaron, los mensajes ardientes y centellantes cobraron vida, y el objetivo comenzó a tomar forma concreta… algo empezaba a surgir de la esencia del caos.

El bullicio de voces, el grito que como aullido mal sonante intentaba crear un muro invisible con extensiones de grilletes que lo apresaran, intentaban detenerlo a toda costa sin analizar el por que de sus movimientos. Todo, ridículamente, todo aquello no sentía sentido lógico ni razón de ser pero… ¿Alguna vez lo había tenido?

La libertad otorgada por los engaños, alimentado por las mentiras y por una vaga idea de ser dueño de sus propios movimientos y de la tinta que componía su entrada…

-Y la confianza fue el peor defecto que pude incubar en mi remendada alma... ingenuo de mi pensar que todo terminaría, por que dentro de la misma calma yace la oscuridad anhelante de dominio y poderío ilimitado. Muchos de los que aquí veo ahora me conocieron, muchos vieron mis mascaras y trataron con ellas, con los complejos de mi despedazada alma, los arquetipos que se abrazaban a mi yo conciente y me representaban en el momento en que ya decía internamente no poder levantarme. Y ahora, viéndolos desde aquí, de un lugar que ya no corresponde a mi sitio de contemplación de sus vidas, de un lugar al que he sido empujado… diré que los veo como nunca antes los pude mirar. ¿Cuándo comenzaron a perder la voluntad de ustedes mismos? ¿Cuándo permitieron que sus esencias fueran suplantadas por simples engranajes que los hicieron pasar por marionetas? ¿Cómo no se dieron cuenta…? No se si entristecerme por aquel recuerdo que aun mantengo en mi mente de sus rostros, de lo que pudieron haber sido, o si sentir furia por lo que a conciencia llevan a cabo.

Hace mucho tiempo mi padre me contó una historia, yo era pequeño para prestar gran atención al relato, mas sus verdades hoy no me pasan desapercibidas y como guías se me presentan entre las estrellas. -¿A que has de temerle con mayor fervor? ¿Qué es aquello que puede matarte y darte vida para satisfacer sus deseos?- De manera incierta podría decirte padre, si estuvieras a mi lado (y quizás yo me presente al tuyo dentro de muy poco), que he comprendido lo que en su tiempo me intentabas hacer razonar. Fue el mismo estigma que te llevo a vivir bajo tierra y sobre ella, enterrado y extraído, profanada tu tumba y quemado sin misericordia tu cuerpo ya putrefacto… y tu lo sabías, ellos… ellos fueron, aquellas mismos seres que tendieron sus manos hacia mi, seres que con palabras de reconforte y amabilidad me cegaron como a cualquier niño. Que vergüenza habrás sentido de mi, padre.


¿Cómo son aquellos ojos que rehúsan a los suyos por que ya no los reconocen? ¿Cómo son aquellas ventanas que se vuelven inexpresivas y se cierran eternamente?

Angark… siempre tenía y sentía deseos de escupir su nombre cada vez que lo pensaba o lo nombraba. O traicionaron como a la más baja de las alimañazas, le dieron la espalda y lo apuñalaron en su momento de mayor debilidad, cuando confiaba en ellos. Su relación de respeto hacia el cabecilla y mano derecha del gobernador termino tan abruptamente apenas había vislumbrado la tiranía y deslealtad camufladas bajo su piel. Y a e, Cyrion, un soldado mas llegado de las familias de esclavos, no se le creyó e incluso se le condenó día y noche por decir una verdad que todos negaban o no deseaban aceptar.

Era una sombra, una sombra que intentaba continuar y formar parte de la existencia. Era el oyente de los diálogos callados, de las voces secretas, pero era sordo de todo aquello que se fue confabulando contra el.

Cayó y por poco no se levanta, sus piernas temblaron mientras giraba su cabeza para dar un rápido vistazo, pronto volverían…

Todo el escenario parecía haberse preparado para el y su encuentro con su eterna compañera… la muerte. Su delirio se lo decía, todo estaba cerca, muy cerca, la veía a su lado izquierdo muy próxima a su costado –Le sonríe tristemente como si le afirmara lo que el ya sabía-.

Y su última consejera se presento ante el, ante un hijo de un caído de Metalah, pero ella no podía hacer nada, se le estaba impedido intervenir en el curso de los acontecimientos. Por que ya era hora de su última batalla en el umbral…

-Papá… ¿Tú lo sabias todo? A veces me parecía que si… tú intentaste intervenir en mi destino y yo no te permití hacerlo por que de una manera u otra me había condenado apenas había aceptado su cobijo. Viví bajo los que te obligaron al eterno dormir…pero la paga no era gratuita y la búsqueda de lo que querían poseer no se hallaba en mi, por que muy lejos he dejado aquello que me hubiese hecho digno de sus ideales, y me hubiese hecho indigno de ser tu hijo.
Me deje convencer casi hasta el punto de negarte, sus palabras parecían tan ciertas… y poco a poco la verdad fue cayendo fríamente por mi espalda, como si pasaran una helada navaja por ella.
Los tambores sonaron marcando el ritmo de lo que deseaban fuera su último respiro, los tambores sonaron para que aquellos sumisos y estúpidos sabuesos humanos comenzaran a rodear… solo eran eso, perros de gobierno, perros del gobernador y de la ley, humanos que hacían todo por posicionarse en rangos mas prestigiosos, para enriquecer aun mas a su pobre concepto de lo que creían familia y tomar el falso honor.

La primera grieta partió el cielo, y como si el mismo sol hubiese hecho aparición se ilumino, como acuerdo de inicio todo comenzó… una vez más.
Todo se transformo y aquellos que vivían bajo la corteza se apoderaron de sus cáscaras, todo cambió y se asemejo a la realidad mas oculta dentro de la mente humana.


La llama de Uroboros…